Reconocimiento Médico de la Policía Nacional: ¿En qué Consiste?
¿Te preoucpa pensar en cómo será el reconocimiento médico de la Policía Nacional? Respira: ¡Te aclararemos todo! Si te ilusiona la placa pero te inquieta lo que te van a mirar, aquí vas a entenderlo sin rodeos y con tranquilidad.
Este paso no es un obstáculo, es tu filtro de seguridad. Sirve para confirmar que estás listo para darlo todo, cuidando tu salud y la de quienes estarán contigo.
¿Qué te espera? Un conjunto de pruebas pensadas para conocerte bien: entrevistas, cuestionarios, exámenes físicos y toma de muestras que pintan un retrato completo de tu estado de salud.
La mejor parte es que no te vas a quedar con dudas: al terminar, recibirás un informe detallado con los hallazgos y recomendaciones para que sepas exactamente dónde estás y cómo mejorar si hiciera falta.
En las próximas líneas te cuento, de tú a tú, qué evalúan, cómo prepararte y qué significan etiquetas como “apto” o “no apto” en un procedimiento de este tipo, además de cuándo puede ser obligatorio. Si quieres llegar con seguridad, confianza y claridad, sigue leyendo: esto va contigo.
Lo que el reconocimiento médico evalúa de verdad y por qué te conviene dominarlo
Qué mira de verdad un tribunal médico (y qué decide en tu aptitud)
Cuando te sientas frente al equipo facultativo, no están buscando superhéroes: están midiendo tu aptitud psicofísica para el servicio, tu margen de seguridad en escenarios reales y la sostenibilidad de tu salud bajo estrés operativo.
El foco no es “cazar” defectos, sino confirmar que puedes rendir con fiabilidad en patrullas, conducciones, intervenciones y turnos prolongados.
Por eso, más que una revisión al uso, es una evaluación de riesgo funcional: ¿tu visión, tu oído, tu corazón, tu respiración y tu sistema musculoesquelético responden cuando la calle aprieta?
La palabra importa: reconocer es verificar… y también poner en valor
En español, reconocimiento significa tanto examinar y verificar como admitir y poner en valor lo que hay.
Ese doble sentido te interesa: por un lado, es un chequeo objetivo de tu estado; por otro, es la oportunidad de poner en valor tus hábitos y el trabajo que llevas haciendo en preparación.
En su uso general, “reconocimiento” abarca estas dos dimensiones, la verificativa y la de valoración personal y social.
Asumirlo así te coloca en modo proactivo: vas a certificar lo que ya cuidas y a corregir lo que aún puede lastrar tu aptitud médica para la Policía Nacional.
Áreas clave que se evalúan sin filtros
Piensa en el reconocimiento como un mapa de sistemas críticos para la intervención policial. Lo esencial suele agruparse en:
- Visión: agudeza visual (con y sin corrección), percepción de colores, coordinación ocular y salud de estructuras básicas. Igual que el reconocimiento óptico de símbolos tiene límites y comete errores similares a los del ojo humano, aquí se detectan tus verdaderos márgenes visuales para evitar “fallos” en escena.
- Audición: audiometría tonal y detección de pérdidas funcionales que comprometan órdenes verbales, señales de tráfico o radios en ambiente ruidoso.
- Cardiovascular: tensión arterial, frecuencia, posibles arritmias y, si procede, pruebas como ECG para descartar riesgos bajo esfuerzo.
- Respiratorio: auscultación y, en casos indicados, espirometría para valorar capacidad ventilatoria y tolerancia al estrés.
- Analítica: sangre y orina para descartar patologías, toxicología y parámetros de salud general (hidratación, infecciones, metabolismo).
- Musculoesquelético: movilidad, estabilidad articular, columna, pies y secuelas de lesiones que puedan limitar persecuciones, reducciones o carga de equipo.
- Antropometría: IMC, composición y relación con exclusiones médicas por salud metabólica o riesgo asociado.
Por qué te conviene dominarlo (más allá de “pasar el corte”)
Dominar el reconocimiento médico no es aprenderte una lista; es gestionar tus variables para que el día clave seas la versión más fiable de ti.
¿Ventajas? Reduces incertidumbre, anticipas exclusiones evitables, llegas con informes que despejan dudas y, sobre todo, conviertes tu salud en un activo de rendimiento.
En visión, por ejemplo, pequeños ajustes marcan diferencias: como sucede con los sistemas de reconocimiento óptico, donde un detalle de contraste o enfoque cambia el resultado, una ligera sequedad ocular, una corrección desactualizada o una mala iluminación previa pueden “sumarte ruido” el día de la prueba.
Si lo trabajas, ese ruido desaparece.
Plan de dominio: de 8 semanas antes al “día D”
Proyecta tu preparación médica igual que preparas físicas y psicotécnicos. Te funcionará un plan escalonado:
- 8-12 semanas: revisión con médico deportivo; actualiza gafas/lentillas; prueba Ishihara en casa; ajusta cargas de entrenamiento para proteger articulaciones; estabiliza horarios de sueño.
- 4 semanas: analítica privada básica si puedes; controla tensión arterial y registra valores; corrige hidratación y sodio; revisa oídos (tapones de cerumen) y salud bucodental.
- 7 días: baja volumen y mantiene intensidad técnica; evita estrenos (zapatillas, plantillas); sin alcohol; modera cafeína; planifica comidas ricas en micronutrientes.
- 48-24 h: sueño a rajatabla; hidrátate; evita antiinflamatorios si no están prescritos; prepara carpeta con informes, medicación habitual y alergias.
- Día de la prueba: desayuna ligero con sal y agua; lleva gafas y funda; nada de colirios vasoconstrictores sin indicación; llega con tiempo para estabilizar pulsaciones.
Señales que el tribunal interpreta (y que tú puedes guiar)
El equipo médico no solo anota cifras: interpreta consistencia. Si tu historial, tus informes y tus resultados encajan, avanzas.
Si hay discrepancias (por ejemplo, hipertensión aislada por nervios sin registros previos), un buen diario de valores y un informe de tu médico pueden salvarte el expediente.
Aquí encaja la idea de “reconocer” también como valorar el trabajo previo: presentar pruebas de control y adherencia es mostrar solvencia, no excusas.
Errores frecuentes que te dejan fuera sin necesidad
Muchos no caen por una patología, sino por descuidos evitables. Evítalos:
- Ocultar medicación o antecedentes que luego aparecen en analítica o exploración.
- Automedicarte (descongestivos, colirios, ansiolíticos) sin control: pueden alterar tensión, pupilas o ritmo cardiaco.
- Llegar deshidratado o en ayuno prolongado: sube la frecuencia, distorsiona analíticas y rinde peor en audiometría.
- Estrenar lentillas o plantillas el mismo día.
- No documentar lesiones antiguas ya resueltas: si no lo acreditas, puede parecer activo y quedar en duda.
Documentación estratégica que te hace la vida fácil
Lleva un dossier limpio y breve. Incluye:
- Historial clínico resumido (especialmente de lesiones, alergias y cirugías).
- Informes recientes de oftalmología, otorrino o traumatología si has tenido incidencias.
- Listado de medicación con dosis y prescriptor; si puedes, justificante de no interferencia con la aptitud psicofísica.
- Registros de tensión/FC de dos semanas si eres nervioso o tienes “bata blanca”.
Si interiorizas que el reconocimiento es tanto verificación como puesta en valor -lo que significa, literalmente, “reconocer” en nuestra lengua- entrarás con seguridad, saldrás con claridad y blindarás tu aptitud con hechos, no con discursos.
Y recuerda: en visión y detalles finos, esos pequeños ajustes previos que controlas hoy evitan errores mañana, igual que en cualquier sistema de reconocimiento cuando eliminas ruido antes de procesar la señal.
Requisitos de aptitud y exclusiones médicas que debes tener claros
Qué significa realmente ser “apto” en el reconocimiento médico
El apto no es un sello decorativo, es la confirmación de que tu organismo puede asumir, con seguridad, las exigencias de la Policía Nacional.
El tribunal valora si presentas una capacidad funcional completa para la intervención, la resistencia al estrés, el uso del armamento, la conducción y las guardias. No hay medias tintas: apto o no apto.
Por eso, llegar con información médica sólida, control de tus factores de riesgo y una condición física consistente es tan importante como clavar las pruebas físicas.
Exclusiones médicas más habituales que debes vigilar
El cuadro de exclusiones médicas prioriza que puedas desempeñar el servicio sin que exista un riesgo para ti o para terceros.
Estas son categorías que suelen mirarse con lupa, y conviene que las revises con antelación:
- Visión: agudeza visual por debajo de los mínimos establecidos, alteraciones del campo visual, daltonismo o cirugías refractivas recientes sin estabilidad. Si te has operado, lleva informe posquirúrgico y refracción estable.
- Audición: hipoacusia significativa o alteraciones que dificulten la comunicación operativa, especialmente en entornos con ruido y señales sonoras.
- Sistema locomotor: inestabilidad articular, secuelas de lesiones de rodilla, hombro, columna o limitaciones de rango que puedan comprometer persecuciones, reducciones o manejo de equipo.
- Cardiovascular y respiratorio: hipertensión mal controlada, arritmias, cardiopatías, asma no controlada o disminución relevante de la capacidad aeróbica.
- Neurológico y mental: antecedentes de epilepsia, trastornos con repercusión funcional, consumo actual de sustancias o tratamientos que afecten el estado de alerta.
- Endocrino y metabolismo: diabetes con mal control o complicaciones, trastornos tiroideos descompensados, obesidad o desnutrición que alteren el rendimiento.
- Dermatológico e infecciones: afecciones extensas que limiten el uso de material o el contacto funcional, y patologías contagiosas activas.
- Toxicología: pruebas de drogas positivas o consumo reciente no justificado por tratamiento médico prescrito y acreditado.
- Tatuajes y estética profesional: contenido contrario a los valores constitucionales o que atente contra la imagen del Cuerpo puede ser motivo de exclusión; cuida forma y significado.
Aptitudes que te acercan al “apto” desde el primer minuto
No todo son vetos, también hay señales de aptitud que juegan a tu favor.
Un IMC saludable, una movilidad articular limpia, fuerza equilibrada entre cadenas musculares, pulsos y tensión estables en reposo, y una recuperación cardiaca rápida tras esfuerzo hablan de preparación seria.
Además, demostrar estabilidad emocional y hábitos sostenibles (sueño regular, no abuso de estimulantes) transmite fiabilidad operativa.
Si tienes una patología o secuela: plan de acción inteligente
Una condición médica no te saca de la oposición si está diagnosticada, tratada y estable. La clave es que lleves todo documentado y actualizado. Presentarte “a ciegas” es lo que te aleja del apto.
- Informes recientes de tu especialista (máx. 3-6 meses) con diagnóstico, tratamiento, evolución y pronóstico funcional.
- Resultados objetivos: audiometría, campimetría, agudeza visual corregida, espirometría, analítica completa y, si procede, pruebas de esfuerzo o ECG.
- Certificados de cirugía refractiva o traumatológica con alta funcional y tiempos de estabilidad.
- Listado de medicación con dosis y justificante médico; si afecta a pruebas toxicológicas, llévalo por escrito.
- Evidencia de rehabilitación bien terminada: rangos, fuerza y estabilidad verificados por fisioterapia.
Hábitos previos al reconocimiento que marcan la diferencia
Llegar “fino” al reconocimiento médico de la Policía Nacional es cuestión de estrategia. Evita improvisar:
- Hidratación y descanso: duerme 7-8 horas los 3 días previos y mantén ingesta de agua constante para no alterar tensión ni analíticas.
- Medicación y suplementos: no estrenes nada esa semana; revisa descongestionantes o estimulantes con pseudoefedrina o altas dosis de cafeína.
- Alcohol y tabaco: elimínalos en los días previos; pueden elevar la tensión y alterar parámetros respiratorios.
- Lesiones latentes: baja carga en entrenamientos 72 h antes y cuida inflamación con frío y movilidad suave; no “tapes” dolor con fármacos sin prescripción.
- Transparencia: declara tratamientos; ocultar información te expone al no apto inmediato.
Errores comunes que te pueden costar el apto
Muchos “no apto” no llegan por la enfermedad, sino por la gestión del proceso. Evítalos a toda costa:
- Presentarte sin gafas o lentillas si las necesitas para alcanzar la agudeza mínima.
- No llevar informes actualizados de una cirugía o lesión reciente, aunque “te encuentres bien”.
- Tomar antiinflamatorios, ansiolíticos o descongestionantes sin justificante médico que alteren tus constantes o toxicológico.
- Llegar deshidratado o tras una noche en vela por querer “repasar hasta el final”.
- Restar importancia a sintomatología actual (por ejemplo, una crisis asmática reciente) sin control y sin informe.
Qué revisar en las bases y cómo blindarte ante imprevistos
Antes de la cita, revisa el cuadro de exclusiones médicas y las bases de tu convocatoria para conocer umbrales, pruebas requeridas y el procedimiento de reclamación si no estás de acuerdo con el dictamen.
Ten preparados duplicados de tus documentos médicos y, si procede, un informe pericial que acredite tu capacidad funcional.
Este enfoque proactivo te posiciona mejor si surge una valoración dudosa y te permite defender tu apto con argumentos clínicos sólidos.
Convierte tu salud en una ventaja competitiva
Tu objetivo no es pasar “por los pelos”, sino presentarte como un perfil operativamente robusto. Estructura tu preparación médica igual que tus físicas: evaluación inicial, plan de mejora, controles periódicos y documentación ordenada.
Si necesitas ayuda para interpretar el cuadro de exclusiones médicas de la Policía Nacional o preparar tus informes, podemos acompañarte paso a paso para que llegues al reconocimiento con seguridad y la etiqueta que buscas: apto.
Qué pruebas te harán paso a paso del chequeo visual a la analítica
Chequeo visual y auditivo: lo primero que verán de ti
Arrancas por los sentidos que más pesan en el servicio: la vista y el oído. Te sentarán frente a optotipos para medir agudeza visual, y comprobarán la visión cromática (cartillas tipo Ishihara), la visión binocular y el campo visual.
Si usas gafas o lentillas, te pedirán que acudas con ellas para valorar tu corrección habitual. Después, pasarás a audiometría tonal en cabina: escucharás tonos a distintos volúmenes y frecuencias para detectar pérdidas auditivas relevantes.
Esta primera criba confirma que percibes con precisión señales, colores, voces y alarmas, esenciales en patrullas, conducción y actuaciones con poca luz.
Todo encaja con la finalidad del reconocimiento médico: evaluar de forma integral tu estado de salud y tu aptitud funcional para el puesto .
Constantes vitales y exploración general: tu línea base
Luego pasarás por un control de constantes: tensión arterial, frecuencia cardiaca, saturación de oxígeno, talla, peso e IMC.
A continuación, una exploración clínica completa donde el personal sanitario valorará articulaciones, columna, movilidad, pisada y tono muscular.
Se fijarán en la simetría de movimientos, la estabilidad y posibles limitaciones que puedan comprometer persecuciones, inmovilizaciones o la carga del equipo.
También suelen revisar piel (cicatrices, lesiones activas) y estado general de la boca y la dentición por su impacto en la salud global. Este bloque sienta la base para decidir si son necesarias pruebas complementarias específicas.
Corazón y respiratorio: resistencia que se escucha
La parte cardiorrespiratoria se centra en cómo responde tu organismo al esfuerzo. Te realizarán auscultación, un electrocardiograma (ECG) en reposo y, si el protocolo lo considera, una prueba de esfuerzo supervisada.
En respiratorio, la espirometría mide la capacidad pulmonar y el flujo aéreo para descartar limitaciones que perjudiquen la intervención con chaleco, casco o en entornos con humo y estrés.
Estas pruebas forman parte de la vigilancia periódica de la salud orientada a la seguridad en el trabajo, principio exigido en el ámbito laboral y aplicable a contextos de alta exigencia física como el tuyo.
Laboratorio: de la muestra a las conclusiones
Llega la “letra pequeña” de tu organismo. En orina, suelen hacer tira reactiva y sedimento para detectar infección, problemas renales o glucosa; además, es habitual un cribado toxicológico para consumo de drogas y, en ocasiones, alcohol.
En sangre, el panel básico incluye hemograma (glóbulos rojos, blancos y plaquetas) y bioquímica (función hepática y renal, glucosa, lípidos, electrolitos). Dependiendo del criterio médico, pueden añadirse marcadores hormonales o serologías.
El objetivo es confirmar que tu estado de salud respalda una aptitud médica sostenida para las oposiciones a Policía Nacional y el servicio operativo posterior.
- Hemograma: anemia, infecciones, trastornos de coagulación.
- Bioquímica: hígado, riñón, glucosa, perfil lipídico.
- Orina: función renal, glucosuria, infección.
- Cribado toxicológico: detección de sustancias no permitidas.
Neurológico y coordinación: precisión bajo presión
En este punto comprobarán tu estado neurológico básico: reflejos, fuerza simétrica, sensibilidad, coordinación y equilibrio (pruebas sencillas como la marcha en línea o la prueba dedo-nariz).
También pueden valorar la atención sostenida y la orientación. Aunque sean exploraciones breves, su meta es descartar alteraciones que, bajo estrés operativo, puedan comprometer la toma de decisiones o la seguridad del equipo.
Aquí tu tranquilidad y seguir instrucciones claras juegan a tu favor: demuestra control, foco y respuesta rápida.
Pruebas complementarias según hallazgos
Si algo requiere mirar con lupa, podrán solicitar radiografía de tórax, ecografía de abdomen o estudios específicos (por ejemplo, un informe oftalmológico más detallado si hay duda visual).
Estas decisiones se ajustan a la finalidad del reconocimiento médico: proteger tu salud y la de quienes trabajarán contigo, en el marco de las obligaciones de vigilancia de la salud que rigen los reconocimientos en el entorno laboral.
Cómo se organiza el circuito y cómo puedes fluir en él
El recorrido suele estar secuenciado para ganar agilidad: primero documentación y anamnesis (historial, medicación, intervenciones), después sentidos (vista/oído), constantes y exploración general, cardiología y respiratorio, laboratorio y, si procede, complementarias.
Tú solo céntrate en cumplir indicaciones, hidratarte bien y comunicar con honestidad tu historial; el equipo sanitario está para ayudarte.
Recuerda: este chequeo no busca ponerte trampas, sino confirmar que tu aptitud médica encaja con las exigencias reales del servicio y con la vigilancia de la salud que marca la normativa.
- Documentación y anamnesis: antecedentes, alergias, tratamientos.
- Sentidos: agudeza visual, visión cromática, audiometría.
- Exploración general: constantes, aparato locomotor, piel.
- Cardiorrespiratorio: ECG, espirometría, posible esfuerzo.
- Laboratorio: sangre y orina; toxicológico si se contempla.
- Complementarias: imagen o informes específicos según criterio.
Si quieres ir un paso por delante, practica con simulacros de audiometría y tablas de optotipos, vigila tu tensión y revisa tu higiene del sueño la semana del reconocimiento.
En nuestro blog encontrarás más guías y entrenamientos prácticos para la oposición a la Policía Nacional: recursos que te ayudan a llegar con seguridad, confianza y una aptitud médica preparada para brillar.
Documentación plazos y cómo gestionar tu cita sin tropiezos
Qué documentación debes llevar sí o sí
Para el reconocimiento médico de la Policía Nacional, tu mejor aliado es una carpeta impecable.
Lleva el DNI o NIE en vigor, la citación oficial (impresa y en el móvil), y cualquier justificante de tasas o de inscripción que te hayan solicitado en la convocatoria.
Súmale un bolígrafo y, si utilizas gafas o lentillas, tu corrección visual y la receta actualizada. Si sigues tratamiento médico, imprime los informes clínicos y la prescripción con posología; no se trata de convencer, sino de documentar.
- Identificación oficial: DNI/NIE y, si procede, pasaporte.
- Citación y resguardo de inscripción a la oposición.
- Informes médicos relevantes, firmados y fechados.
- Receta o pauta de medicación actual.
- Informes de agudeza visual y/o audiometría si los tienes recientes.
- Agua pequeña y pañuelos (según normas de acceso del centro).
Plazos clave que no puedes descuidar
Los plazos del proceso selectivo no perdonan. Desde que se publique el llamamiento, márcate un calendario con recordatorios. Verifica a diario el correo (incluido spam) y el portal oficial para posibles cambios de sede u horario.
Si se abre un periodo de subsanación de documentos, trátalo como una urgencia: sube los archivos con nombre claro y dentro de la fecha límite. La regla de oro es simple: todo lo que no está presentado a tiempo, cuenta como no presentado.
- Revisa a primera hora y al final del día las comunicaciones oficiales.
- Configura dos alarmas: una de preparación (48-72 horas antes) y otra de salida.
- Ten un margen para imprevistos: si el centro está lejos, prevé tráfico y alternativas.
Cómo gestionar tu cita sin tropiezos
Trata tu cita como una operación: define la ruta, localiza el aparcamiento o el transporte público y establece una hora de llegada con 30 minutos de margen.
Prepara la ropa la noche anterior (cómoda, sobria) y evita estrenar calzado. Guarda tu carpeta física en una funda transparente y crea su gemela digital en el móvil con acceso sin conexión. Tu objetivo es presentarte tranquilo, puntual y con todo a mano.
- Carpeta física ordenada por prioridad: identificación, citación, informes.
- Carpeta digital en la nube + copia descargada en el móvil.
- Plan B de transporte y dinero suelto por si necesitas fotocopias de última hora.
Si tienes que justificar una ausencia o pedir reubicación
Si surge una causa de fuerza mayor (enfermedad aguda, accidente, deber inexcusable), actúa rápido.
Redacta un escrito breve y respetuoso, adjunta documentación probatoria (informe médico con fecha y firma, parte de urgencias, justificante laboral) y preséntalo por el canal que marque la convocatoria.
Recuerda que la reubicación no es automática y depende del tribunal; tu trabajo es aportar pruebas claras y dentro de plazo.
- Escrito: quién eres, qué pides, por qué, y cómo lo acreditas.
- Adjuntos: informes en PDF legibles, sin fotos borrosas, con fecha y sello.
- Seguimiento: guarda número de registro y confirma recepción.
Trucos de preparación de última milla
La víspera, evita suplementos estimulantes o remedios “milagro”. Duerme bien, hidrátate y desayuna ligero si no se indica ayuno. Lleva contigo tus gafas/lentillas y estuche, y guarda la medicación pautada en su caja original.
Si te piden muestra de orina, estar hidratado te ahorra esperas. Y, muy importante: no ocultes información médica; el tribunal valora la transparencia y la trazabilidad clínica.
Errores frecuentes que te conviene evitar
Los tropiezos más comunes son tan evitables como caros: olvidar el DNI, llegar con el móvil sin batería y sin acceso a la citación, presentar informes sin firma o desactualizados, o no llevar tus gafas “porque ves bien de cerca”.
Tampoco confíes en que “me enviarán un correo si cambia algo”: comprueba tú mismo las actualizaciones.
La excelencia en una oposición también se demuestra en cómo gestionas la logística.
- Verifica tres veces: identificación, citación, informes.
- Carga el móvil y lleva batería externa.
- Evita documentos incompletos o ilegibles.
Tu sistema antibaches: método 3C
Aplica el método 3C: Clasifica (documentos por prioridad y temática), Comprueba (estado, fechas, firmas) y Confirma (sede, hora, ruta). Este pequeño ritual, repetido dos días antes y la mañana de la cita, te da control y calma.
La oposición es resistencia: cada detalle de organización te acerca al apto en el reconocimiento médico y te permite concentrarte en lo que de verdad importa: demostrar que estás listo para servir.
Cómo prepararte la semana y el día anterior para llegar en tu mejor versión
Una semana antes: ordena tu salud y tu agenda
Trátalo como una mini puesta a punto. La semana previa al reconocimiento médico de la Policía Nacional ajusta tus rutinas para llegar con el cuerpo estable y la mente clara.
Estabiliza horarios de sueño (acuéstate y levántate a la misma hora), prioriza hidratación constante y recorta al mínimo alcohol, tabaco y exceso de sodio para evitar picos de tensión arterial o retención de líquidos.
Recuerda que, igual que en un reconocimiento para el carnet de conducir, se valoran aspectos como visión, audición y estado psicofísico, una referencia útil para imaginar el tipo de chequeos básicos que podrían considerar el día de tu aptitud médica.
- Objetivo 1: sueño de 7-8 horas regulares para estabilizar el sistema nervioso.
- Objetivo 2: 2-2,5 litros de agua al día (ajusta según tu contexto y clima).
- Objetivo 3: comidas simples, bajas en sal y sin experimentos culinarios ni suplementos nuevos.
- Objetivo 4: baja la intensidad de entrenamientos; evita sesiones que dejen agujetas.
Nutrición e hidratación: pequeñas decisiones, gran impacto
Apuesta por un patrón fácil de digerir y sostenible. Una dieta con sal moderada favorece un perfil tensional estable; huye de ultraprocesados y salsas.
Mantén una hidratación gradual (no de golpe) y vigila el color de la orina: pálida, sin llegar a ser completamente transparente. Reduce cafeína por la tarde para no sabotear el descanso y evita alcohol toda la semana previa.
- Base diaria: verduras + proteína magra (huevo, pescado, pollo) + carbohidrato complejo (arroz, patata, avena).
- Grasas de calidad: AOVE, frutos secos en raciones moderadas.
- Evita: comidas muy picantes, muy saladas o muy grasas la noche anterior.
Entrena lo justo y cuida lo invisible
El cuerpo se presenta “como es” el día del reconocimiento, así que el objetivo no es mejorar marcas, sino llegar sin inflamación. Prioriza movilidad, estiramientos y caminatas.
Incorpora 5-10 minutos diarios de respiración diafragmática (4-4-6) para bajar activación y mejorar tu variabilidad cardiaca.
Si sueles tomar suplementos (creatina, preentrenos), valora pausarlos esa semana para evitar cambios de peso por retención de agua o sobreestimulación; no estrenes nada nuevo a última hora.
Documentación y “kit médico” listo con antelación
Evita sorpresas logísticas. Dos o tres días antes, prepara una carpeta con todo lo necesario. Llegar con orden transmite seguridad y te permite concentrarte en lo que importa.
- DNI y citación.
- Informes médicos actualizados si tienes antecedentes o intervenciones, con tratamientos y pautas vigentes.
- Medicación habitual (en su caja) y justificante de prescripción.
- Gafas y/o lentes de contacto (con estuche). Para pruebas de visión y audición, mejor llegar sin cerumen ni molestias previas; si lo necesitas, higiene ótica suave días antes.
- Botella de agua, snack ligero (plátano, yogur), pañuelos y una muda cómoda.
El día anterior: protocolo de calma
Por la tarde, prepara la mochila, revisa documentos y elige ropa neutra y cómoda. Cena temprano: proteína magra + hidrato fácil + verdura cocinada suave.
Paseo de 20-30 minutos, pantallas bajas a partir de las 21:30 y rutina relajante (ducha templada, lectura ligera). Deja el despertador y el itinerario cerrados. Tu consigna: descanso profundo para presentarte con una frecuencia cardiaca estable y mejor estado atencional.
La mañana del reconocimiento: ejecuta sin improvisar
Desayuna algo conocido y digerible (por ejemplo, avena con yogur y fruta o tostada integral con huevo), hidrátate con sorbos y llega con tiempo. Evita bebidas energéticas o cafés extra; no necesitas picos de estimulación.
Recuerda que en reconocimientos básicos suelen valorarse agudeza visual, capacidad auditiva y control psicofísico; esa referencia te ayuda a mantener el foco y entender por qué te pedirán hábitos, antecedentes o medicación.
- Llega 15-20 minutos antes para normalizar respiración y pulso.
- Responde el cuestionario de salud con honestidad y precisión.
- Si usas gafas o lentillas, llévalas puestas y declara su graduación.
- Mantén una respiración tranquila durante toma de tensión o exploraciones.
Evita los sabotajes de última hora
Hay pequeños errores que cambian el día. No caigas en ellos. Mantente en tu plan y recuerda: menos es más. Estás mostrando estabilidad, no heroísmo.
- Ni ayunos extremos ni atracones.
- Ni entrenos duros el día previo ni nuevas rutinas “milagro”.
- Sin alcohol en las 48 horas anteriores y cafeína controlada.
- Ropa muy ajustada puede falsear peso o incomodar en pruebas: elige comodidad.
Mente clara para responder con precisión
Una mente descansada gestiona mejor la información.
Igual que en las pruebas tipo test se potencia la memoria de reconocimiento para responder con agilidad, a ti te interesa llegar con claridad para recordar antecedentes, fechas de intervenciones y nombres de medicamentos sin dudar; dormir bien y reducir estrés mejora tu rendimiento cognitivo en estas situaciones.
Lleva una nota discreta con tus datos médicos clave por si te pones nervioso: es una ayuda, no una muleta.
Checklist express (marca y sal por la puerta)
- Descanso hecho, hidratación constante, sin alcohol ni excesos.
- Carpeta con DNI, citación, informes y medicación.
- Gafas/lentillas y material de higiene personal listo.
- Ropa cómoda y discreta; ruta y tiempo de llegada calculados.
- Desayuno conocido, sin energizantes; respiración tranquila y actitud serena.
Si sigues este plan, llegarás con tu mejor versión: estable por fuera, fiable por dentro y con la confianza que exige un reconocimiento médico orientado a certificar tu aptitud para servir.
Resultados qué significan y cómo actuar si te declaran no apto
Qué significan los resultados del reconocimiento
Al terminar el reconocimiento médico, el Tribunal Calificador suele emitir un veredicto claro: Apto o No apto.
En algunos supuestos puede existir una mención provisional (por ejemplo, si falta una prueba complementaria o hay un indicador que requiere verificación), pero lo habitual es la decisión binaria.
Ese resultado se basa en el cuadro de exclusiones médicas vigente en la convocatoria y en cómo se aplica a tu caso concreto.
Que te declaren no apto no significa que tu meta termine aquí: significa que, en ese momento y con esos datos, el Tribunal entiende que cumples alguna causa de exclusión o que no se ha podido acreditar tu aptitud.
- Apto: cumples los requisitos médicos sin observaciones.
- No apto: se han detectado causas de exclusión o indicadores no compatibles con el servicio policial.
- Provisional / pendiente de prueba: debes aportar o completar documentación o pruebas objetivas.
Si te declaran no apto: primeros pasos estratégicos
Si recibes un no apto, tu mejor aliado es la calma táctica. Lo primero es identificar con precisión el motivo: solicita la referencia concreta (diagnóstico, parámetro y umbral) y, si es posible, una copia o extracto del informe.
Anota nombres, fecha y hora, y conserva todos los justificantes. Esa información te permitirá trazar una ruta de respuesta sólida, evitando discusiones in situ que no cambian el resultado y sí pueden perjudicarte.
- Pide detalle del criterio aplicado del cuadro de exclusiones.
- Anota valores numéricos (tensión, audiometría, espirometría, visión, analítica).
- Conserva resguardos de asistencia, citaciones y cualquier documento entregado.
- Planifica la obtención rápida de pruebas médicas independientes y específicas.
Pruebas complementarias que pueden cambiar el signo
Muchas causas de “no apto” se apoyan en mediciones puntuales (tensión arterial, visión, espirometría, ECG, función hepática, marcadores en orina o sangre).
Si sospechas que el resultado fue circunstancial –estrés del día del examen, café, descongestivos, mala noche, deshidratación– necesitas pruebas complementarias que lo acrediten.
La clave es aportar documentos de especialistas con protocolos reconocidos y valores de referencia claros.
- Cardiología: ECG, ecocardiograma y prueba de esfuerzo si procede.
- Neumología: espirometría forzada con curvas y ATS/ERS.
- Oftalmología: agudeza visual, refracción, campo visual, visión cromática.
- Otorrino: audiometría tonal y logoaudiometría con informes firmados.
- Laboratorio: analítica completa (hemograma, bioquímica, orina) con repetición en 48-72 horas si hubo alteración puntual.
Tu objetivo es demostrar carácter transitorio o inexistencia real de la causa alegada, y/o que está controlada y no es limitante para el servicio.
La consistencia entre informes, fechas próximas y pruebas objetivas es la base de tu reversión.
Alegaciones, revisión y recursos: por dónde empezar
La vía más inmediata es presentar alegaciones y solicitar, cuando esté previsto, una revisión médica ante el Tribunal Calificador. Los plazos son breves y vienen en la convocatoria, así que actúa en horas, no en días.
Si se mantiene el “no apto”, puedes valorar un recurso administrativo (por ejemplo, recurso de alzada) y, en última instancia, la vía contencioso-administrativa. No te la juegues con informalidades: registra todo por canal oficial y guarda copia sellada.
- Consulta la convocatoria para confirmar plazos, formato y órgano competente.
- Aporta informes firmados, con colegiado, fecha, pruebas y valores de referencia.
- Vincula tus pruebas al criterio concreto del cuadro de exclusiones aplicado.
- Registra tus escritos en un órgano habilitado y conserva copia.
Un escrito eficaz es breve, técnico y directo: identifica la causa, explica por qué no concurre o es temporal/controlada y aporta evidencia.
Si puedes, apóyate en un perito médico con experiencia en oposiciones.
Cómo redactar tu alegación para que funcione
Tu alegación debe sonar a medicina basada en pruebas, no a opinión.
Evita el “creo que” y prioriza el “se acredita que”. Estructura sugerida: 1) Identificación, 2) Hecho (no apto por X), 3) Fundamento (criterio exacto del cuadro), 4) Evidencia (pruebas y resultados con fechas), 5) Solicitud (revisión y reconocimiento complementario).
Mantén un tono profesional y respetuoso: te ayuda más que cualquier queja.
- Cita el criterio (punto y subpunto del cuadro de exclusiones).
- Relaciona cada informe con ese criterio.
- Subraya la normalidad/estabilidad en pruebas repetidas.
- Solicita revaloración y, si procede, exploración por especialista del Tribunal.
Prevención inteligente antes del día del reconocimiento
La mejor forma de no enfrentarte a un “no apto” es llegar sin sorpresas. Haz un chequeo pre-oposición que replique las pruebas más frecuentes y corrige lo corregible con tiempo.
Recuerda que ciertos medicamentos y suplementos pueden alterar analíticas o cribados (p. ej., antigripales con pseudoefedrina, suplementos con efedrina o THC en aceites mal etiquetados).
Prioriza el descanso, la hidratación y evita ultraprocesados y alcohol 72 horas antes.
- Tensión arterial: monitoriza en casa una semana y lleva registro.
- Visión y audición: revisiones y, si usas corrección, todo en regla.
- Respiratorio: si tuviste bronquitis reciente, programa la prueba cuando estés recuperado.
- Analítica: controla hierro, enzimas hepáticas, glucosa y marcadores que ya te hayan dado alterados.
- Tatuajes y piel: cuida la exposición solar e infecciones; acude con curas resueltas.
Errores que te cierran puertas
Muchos “no apto” se vuelven definitivos por fallos de gestión, no por motivos médicos. Evita presentar informes sin protocolo, fuera de plazo o que no respondan al criterio concreto del cuadro.
No supongas que “lo entenderán”: haz tu caso demostrable. Y recuerda: la evidencia debe ser reciente, comparable y firmada.
- No pedir el detalle del motivo del no apto.
- Aportar informes genéricos que no desmienten el criterio aplicado.
- Olvidar el registro oficial y quedarte sin justificante.
- Dejar pasar plazos por no tener un plan en las primeras 48 horas.
Plan B si el no apto se confirma
Si, aun peleándolo, se mantiene el “no apto”, tu foco pasa a la siguiente convocatoria.
Trabaja con un plan de 3-12 meses para resolver la causa (tratamiento, cirugía menor, rehabilitación, control de peso, higiene del sueño) y documenta tu evolución con informes periódicos.
Esto no solo te devuelve opciones, también te da seguridad para el próximo reconocimiento.